jueves, 19 de abril de 2012

El weird western: Zombis, balas y hechizos de un subgénero




 En el mundo de los subgéneros el weird western reina. Weird es adjetivo inglés que significa extraño. Dentro del género podemos agrupar todas esas historias que transcurren en el lejano oeste y que tienen un matiz fantástico, más o menos pronunciado.
  
Realizar un análisis exhaustivo del género escapa a las posibilidades de esta reseña, por lo que la misma estará plagada de lagunas que podrán ser subsanadas por la siempre rica curiosidad del lector.

  The steam man of the Prairie (1868) de Edward Ellis constituye la primera novela weird western. El hombre de vapor fue un autómata creado por un niño tullido. Ambos vivían desopilantes aventuras en el far west entre indios, tesoros ocultos y bandidos. La obra fue publicada en diarios de la época y nunca tuvo su versión en libro, a pesar de ser también una obra primigenia de ciencia ficción.


  Tras el hombre de vapor y sus secuelas se sucedieron diferentes manifestaciones del género en las llamadas dime novels, en especial en la Buffallo Bill Weekly donde, a fuerza de exageraciones delirantes, el fantástico floreció. De hecho, Joe R. Lansdale, el escritor que resucitaría el género en los ´80, escribió la trilogía de Ned the seal, donde todo lo que queda de Buffallo Bill es su cabeza parlante que flota dentro de una pecera, con orina de chancho por líquido revivificador. En las dime novels de Buffallo Bill se destacan las aventuras en que participan los viejos hombres medicinas que hacen uso de sus sucias artes hechiceriles para obtener lo que desean. La cabeza de la momia relata las desventuras de una cabeza egipcia en manos de diferentes traficantes. La maldición del hombre lobo, traslada la leyenda del licántropo a las salvajes praderas del 1800 americano. Las aventuras pueden contarse de a cientos y no me alcanza el papel para reseñarlas. 

 A fines del siglo XIX, Ambrose Bierce abordó el género en muchos de sus cuentos, destacándose en El desconocido o El puente sobre el río búho. En la década del treinta, Robert E.Howard también bordearía el tema en el cuento: El horror del túmulo. Pero desde la década del 30 hasta principios de los ’80, las aproximaciones al género serán más bien tímidas en el campo literario.

  A partir de 1934 en España se publicaron las novelitas de El sheriff, héroe que combatía robots, fantasmas, científicos locos que buscaban refugios en castillos levantados en medio del desierto, dinosaurios, etc. Otras aportaciones podemos encontrarlas en el mundo del bolsilibro ibérico, como la inhallable novelita El rancho Drácula de Silver Kane.
  
En la Argentina el mayor aporte fue hecho por el escritor Lisardo Alonso que abordó el género en dos novelas: Justicia para Sutters, novelita con trazas vampíricas, y La estrella maldita, donde un meteorito desata una fiebre de oro. Tampoco hay que olvidar la primera creación de García Ferré, Pi Pío, y sus enloquecidas aventuras en el pueblo del salvaje oeste llamado Villa Leoncia.
  Richard Brautigan resucitó el género en 1974 con El monstruo de Hawkline, un western gótico. Una excéntrica mujer contrata a dos pistoleros para que destruyan al informe monstruo que acecha en las cavernas subterráneas de su hogar.
  
En los ’80, comenzando por Joe R. Lansdale, el género vuelve a renacer. El autor de Bubba Ho Tep escribe en esa década obras fundamentales como Dead in the West -1983-; Magic Wagon -1986- y una inmensa colección de cuentos. También hacen su aporte William Burroughs con su novela The place of the dead roads (que forma parte de una trilogía), y Stephen King con su inmensa saga de La torre oscura.
  
Ya nombramos de pasada a Pío-pío como creación historietística, enmarcada dentro del género. Las injerencias argentinas aparecieron de forma esporádica en revistas de historietas como Skorpio, y casi siempre fueron ilustradas por nuestro máximo representante en el género del oeste, Alberto Castillo. En sus historias, de vez en cuando, se colaba el fantástico, a través pistoleros fantasmas que regresaban a cobrar venganza o indios que recurrían a su magia para quitarse de encima a bandoleros y milicos que asesinaban a su raza.

  En Estados Unidos el fenómeno fue mayor y tuvo, incluso, sus propias revistas, un ejemplo claro fue el lanzamiento en 1972 de la revista Weird Western Tales, publicación que luego se diversificó en otros títulos y que fue la cuna, junto a All-Star Western de unos de los máximos héroes del género, el llanero solitario de lo extraño: Jonah Hex. Otro personaje indiscutido de la historieta norteamericana fue The ghost rider, que no se debe confundir con El motorista fantasma. The ghost rider nació en 1949 en la revista número 11 de Tim Holt, luego tuvo una resurrección, más moderna e imperecedera, en la revista homónima lanzada en 1967. Pero, a la hora de premiar la creación historietística más estrambótica del género, hay que nombrar a Six-Gun publicado en la revista The Wizard en 1939, que contaba las aventuras de un gorila pistolero que se paseaba por el lejano oeste barajando sus revólveres.
  
En el cine, Haunted range (El rancho embrujado, 1926) parece ser el primer weird western en imágenes hechizada embrujada. Algo que volvería a suceder en la eximia Dead Birds (2004) donde un grupo de militares confederaros conocen el horror en una mansión abandonada. La figura del soldado confederado es recurrente en el cine de weird western. En 1977 se estrenó el largo metraje The shadow of Chikara (Arg-TV: La Montaña de las sombras). A pesar de ser una película fallida, cuenta con varios elementos destacables como su ambientación y el suspenso que sustenta toda la cinta. Un grupo de soldados confederados parten en busca de un tesoro indígena que yace en una fosa en lo alto de una montaña, poco a poco todos los protagonistas caen en las redes de una maldición india. Otra película que utiliza la premisa del soldado surero es Gray Knight (también conocida como: The killing box, 1993) donde los cadáveres de soldados confederados resucitan mediante un conjuro vudú. Algo similar ocurre en la impresentable película llamada: Curse of confederates Cannibals de 1982.

 Pero retomemos el enfoque cronológico, el cine sonoro abre con el serial de 1935 The phantom empire (El imperio fantasma) donde los vaqueros hacen frente a una civilización subterránea de lemurianos que poseían avanzada tecnología.  The Ghoul Goes West. proyecto de Edward D. Word, Jr. con Bela Lugosi en el papel de un vampire en el salvaje oeste, jamás llegó a realizarse. Maldición diabólica (Curse of the Undead, 1959) resultó ser la primera cinta en mezclar vaqueros con vampiros. El mismo tema fue abordado por el cine mexicano, casi seis años después, en la extraordinaria El pueblo fantasma (1965), donde un vampiro pistolero asola un pueblo y lo empuja a la extinción hasta que llega el Texano a tomar cartas sobre el asunto y a echar ajos a la olla. Otros títulos mexicanos son: El pantano de las ánimas (1956), El jinete sin cabeza (1956), La nave de los monstruos, 1959, donde se conjugan extraterrestres, lamias y robots; etc.
  
Los 60 pasan a la historia del género gracias a dos aportaciones capitales que sólo con su título lo dicen todo: Billy the kid Vs. Drácula (1966) y Jesse James Vs. la hija de Frankenstein (1966), que, en realidad, resultó ser la nietita. La década se coronaría con El valle de Gwangi (1969) donde los dinosaurios (animados por el legendario Ray Harryhausen) se baten con vaqueros y Mackenna’s Gold (1969), weird western protagonizado por Gregory Peck y Omar Sharif, que cuenta la historia de unos bandidos enceguecidos por una búsqueda a muerte de un tesoro apache y la maldición bruja que se cierne sobre este tesoro.
  
Los ‘70 comenzaron con la alegórica El topo (1971) del chileno Alejandro Jodorowsky, donde el simbolismo y el exhibicionismo deforme se conjugan sin pausas. Seguiría el telefilme, Black Noon (Mediodía Negro, 1971), donde los vaqueros, el vudú y el satanismo exigen que esta película no sea olvidada. Dos años después, Clint Easwood dirigirió su primer western en High Plains Drifter (La venganza del muerto, 1973), película enmarcada por un halo sobrenatural muy sutil y efectivo. En Oestelandia – El mundo de los robots asesinos (1973) los androides enloquecían bajo el mando de un Yul Brynner electrizante.
  Mientras el género renacía en la literatura de los ’80, comenzaba a decaer en el cine. Poco que reseñar más allá de las sobresalientes Pale Rider (El jinete pálido, 1985), que no es otra cosa más que una remake de Shane (Shane, el desconocido,1953); House 2: the second story -1987- la casa embrujada es habitada por un fantasma del lejano oeste. The Aurora Encounter -1986- traslada lo weird al campo de la ciencia ficción al desarrollar un famoso caso de ufología que sostiene que un ovni y su ocupante cayeron en el poblado de Aurora, Texas, en 1897.

 Mención aparte merece Ghost Town (Pueblo fantasma, 1988) película de la simpática productora Full Moon que logró concretar uno de los weird westerns más perfectos de la historia, donde la atmósfera de lo extraño y fantasmagórico sólo ceden ante el matiz de comedia en que está enmarcada la película.

  En los noventa, el género debuta con Back to the future Part III (Volver al futuro, parte III, 1990), llevaba la historia al pasado para contar los orígenes de sus protagonistas. El resultado un verdadero cóctel de weird western y steampunk. Otras películas destacables de la década fueron Grim Praire tales: Hit the trail… to terror (1990), un conjunto de cuentos fantásticos; Sundown: the Vampire in Retreat(Vampiros en la sombra, 1991), los vampiros vuelven a refugiarse en el oeste Americano.  Mad at the moon (1992) hombres lobos y vaqueros, The purgatory (Camino al infierno, 1999), ¿a dónde van los pistoleros y bandidos cuando son heridos de muerte?, Ravenous (Voraz, 1999) que retoma el mito del wendigo junto al canibalismo.

  En el 2000 el género renace, buscando argumentos más originales tras el declive del western a secas. Precuelas de sagas como From Dusk Till Dawn 3: The Hangman’s Daughter (Del Crepúsculo al amanecer, parte III, 2000), Ginger Snaps, back -2004- o Tremors 4: the legend begins -2004- utilizan el weird western para inyectarle vida a ideas que ya no podían dar más de sí. La ya nombrada Dead Birds -2004- donde las mansiones embrujadas sureñas y el universo de Lovecraft se conjugan con éxito y Blueberry -2004- débil adaptación de la historieta gala que coquetea con la hechicería indígena y abusa de los efectos de los hongos alucinógenos.
  Left for dead (2007) dirigida por el inefable Albert Pyun, es de cita obligada porque se filmó en la Argentina con intérpretes nacionales. Pero la película no deja de ser pésima y a Ezeiza es imposible hacerla pasar por el lejano oeste; por más voluntad que uno ponga de su parte.
  Rayando el final de la década surge el primer intento mainstream de hacer llegar el género al gran público con la película Jonah Hex -2010-. La película no funcionó y el hecho de que Cowboys vs. Aliens -2011- tampoco lo hiciera tiende un manto de incertidumbre sobre el futuro del género en el cine.
  Con la aparición del weird western, el género, que al principio estuvo anclado en el realismo y lo histórico, aprendió a conjugar sin miedo la porción más salvaje del delirio humano, dando como resultado al tan querido Wild Weird Western (el salvaje, extraño oeste…)

Por Mariano Buscaglia
Publicado en El Libro de oro cinefania 2011-12



1 comentario:

  1. Años de entrevistas y consultas, nadie la vio... en 1993, cuando tenía 6 años, vi esta película a la que merecidamente le diste un apartado: GHOST TOWN!
    Gracias !!!!!!!!!!!!!! Ni en abandomoviez pudieron disipar mi duda :P Me siento extraño después de tanto tiempo haberla buscado y encontrado ._. :)

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